“Territorios
expandidos", muestra individual de Zeinab Rebeca Bulhossen, toma
como punto de partida una colección de tarjetas telefónicas emitidas por
la CANTV a fines de los años noventa e ilustradas con imágenes de diversos
sitios de Venezuela, entre los que se encuentran el Río Caroní, el Salto
Acha, el Salto Techinek-Merú y la Cueva del Guácharo, así como registros del
modo de vida de los Yanomamis (pesca, alimentación). La artista reubica dichas
tarjetas en una superficie mayor, generando una alteración de la escala y
significado de las imágenes, al tiempo que propone un diálogo analítico entre
el dibujo y el medio fotográfico.
La propuesta nos presenta un panorama más amplio que el que
muestran las tomas seleccionadas, ahora convertidas en un elemento más de la
composición. Se plantean aquí una serie de interrogantes acerca de la
naturaleza de los medios y los límites de la representación. Frente a ello, la autora
se pregunta: “¿cómo puedo separar un plano del encuadre? ¿Únicamente
vemos lo que nos muestra la imagen?”.
En realidad, la
acción de “encuadrar” supone fijar un límite, establecer un marco para la
visión, una zona que delimita el registro de una escena. Tal operación puede
tener un condicionamiento técnico (el lente fotográfico), estético (la
composición) o cognitivo (el interés que impulsa el registro); y éste a su vez,
puede responder a propósitos descriptivos o ideológicos, según la intención.
Considerando estos elementos, reaparece aquí la recurrente asimetría o
incongruencia entre la intencionalidad y la dudosa fidelidad de
los dispositivos de captura y reproducción de lo real.
Ciertamente, no se
puede separar la imagen del medio, que es a fin de cuenta el dispositivo
que garantiza la captura y reproducción de lo real. El horizonte continúa más
allá del límite de la imagen; es decir, más allá del encuadre (como
efectivamente sucede en la realidad), expandiéndose fuera del campo de visión.
Lo que no se ve en la imagen, puede ser completado con la mente, siendo el
dibujo el sucedáneo de la realidad suprimida por la visión. Ese trozo invisible
que queda fuera es el que recoge el plano que contiene las tarjetas
telefónicas.
De esta manera, volvemos al
problema de la reproducibilidad, el lugar y el sentido. La imagen fotográfica
como visión parcial, restringida a un marco perceptual que omite el contexto,
dejando fuera del horizonte el sitio del registro. Solo allí nos damos cuenta
que la convención prevalece sobre lo real. Ante ello, la artista propone un
ejercicio de expansión que contiene su propia impronta, sus trazos, su
recorrido por una geografía que no acaba en la imagen. Lo hace yuxtaponiendo el
dibujo y la fotografía, añadiendo al paisaje el trozo de horizonte que le
falta, completando el panorama que está fuera del encuadre. Hay aquí,
naturalmente, una paradoja irreductible, un nuevo marco y con este un nuevo
límite perceptual. Solo que este ámbito expandido reconoce -ahora si- la huella
de una subjetividad que es consciente de su finitud e intencionalidad. Se da
aquí la reconstrucción de un habitad al que se incorpora una traza individual;
una episteme que recupera la huella del cuerpo que percibe. De ahí la dimensión
performática de esta tentativa.
Territorios expandidos
(Texto de la artista Zeinab Rebeca Bulhossen)
Hace tiempo, recibí como obsequio de un amigo su colección de tarjetas
telefónicas emitidas por la CANTV, (principal empresa de telecomunicaciones de
Venezuela). Muchas de ellas se ilustraban con obras de fotógrafos venezolanos
reconocidos. Inicialmente me interesaron por lo que significaba la circulación
pública de estas imágenes (su calidad y estética), y por la posibilidad que
sugerían de manipularlas libremente. Fue así como seleccioné aquellas que registraban
lugares venezolanos, incluyendo algunas que correspondían con viajes que hice
por el país.
Dada mi inquietud constante por la conjunción de medios, consideré
explorar posibles relaciones entre la fotografía y el dibujo (“fotodibujos”),
buscando derivar hacia otros modos de hacer imagen. Así, utilicé los motivos de
las tarjetas no como un paisaje contenido en una pequeña fotografía sino como
el encuadre de una composición, un territorio, un área física propia,
separándola del primer plano y, en otros casos, sumergiéndola en un plano general
(panorama), modificando “el encuadre”, conjugando dos o tres encuadres en una
misma composición, lo cual ha permitido alterar materialmente sus componentes
haciendo que surjan interrogantes como:
El dibujo a través del trazo manual, ¿cómo interactúa con la imagen
mecánica capturada por cámara?.
¿Es un plano una superficie bidimensional?, ¿puedo separarlo de la
imagen plana (fotografía) sin que pierda correspondencia referencial?. Si la
imagen es plana, ¿cómo puedo separar un plano del encuadre?.
¿Cómo vemos un plano?, ¿por qué es explanado? o ¿por qué corresponde a
las capas que ocupa en un espacio encuadrado?
El horizonte es una convención que
trazamos entre el suelo y el cielo, cuando
trasladamos la tierra del lugar (playa
ó médanos) y la extendemos a una línea: ¿se crea un horizonte real?
Siendo el límite de nuestra mirada:
¿Por qué es inaprensible el horizonte?
¿Únicamente vemos lo que nos muestra la imagen?