miércoles, 16 de octubre de 2019

Raquel Soffer. La tierra prometida

“La tierra prometida”, exposición individual de Raquel Soffer en El Anexo/Arte Contemporáneo, plantea un paralelo simbólico entre la situación venezolana y la historia del pueblo judío, utilizando micrografías, escrituras minúsculas que ponen en tensión el texto y la imagen. Las palabras van apareciendo y con ellas van surgiendo los contornos de geografías, situaciones y personajes provenientes de mundos distintos pero que se deslizan hacia un destino similar de promesas, mesianismo, barbarie y éxodo. La artista resuelve este desafío alternando el dibujo, la gráfica y el vídeo, con los cuales construye una doble narrativa, verbal y visual.

La escritura es en realidad un trazado que delimita las cosas y prefigura el sentido de las acciones. Es también una cartografía psíquica, el lugar de una batalla milenaria entre el deseo y el horror, entre la demagogia y la verdad. Las micrografías de Soffer contienen esa ambivalencia de las palabras; buenas para iluminar las mentes y también para alojar los designios más oscuros. Todo ello puede surgir de la traza iconográfica que van dejando sobre la superficie una serie de pequeños caracteres, cual surcos de una memoria que todavía espera la redención. 

¿Qué significa todo esto? ¿por qué se yuxtaponen dos historias distintas en una misma propuesta? ¿qué tienen en común el pueblo judío y la Venezuela actual? La respuesta está en el tejido de las palabras y en cómo estas retienen al mismo tiempo el anhelo y la frustración.

Cuando Soffer "dibuja" imágenes (fijas o en movimiento) con caligrafías de reducido tamaño, su propuesta también da visibilidad a cuestiones imperceptibles o latentes. Es decir, la escritura no solamente dice o describe; también muestra o enseña, aunque en el caso de Soffer no haya una correspondencia semántica entre la palabra y el icono. Su precedente se afinca en la memoria de su bisabuelo paterno, quien hacía dibujos con letras en miniatura a partir de textos judíos sagrados. Tal remembranza permite que la autora conecte lo biográfico y lo histórico, precisamente en un momento en que los falsos oráculos y sus trágicos desenlaces parecen repetirse. Lamentablemente, no siempre la multitud anhelante puede discernir a tiempo entre las aguas y el fango, el engaño y la redención. Frente a esa encrucijada, quizá sería bueno reconocer que no hay maleficio en el Verbo sino en los propósitos traicionados y en las promesas incumplidas.

En los vídeos micrográficos de Soffer se resuelve un algoritmo complejo, numérico y alfabético. Lo que se ve está está literalmente "cifrado", bajo una capa invisible de ceros y unos, conformando una paradoja perceptiva que rememora la antigua divergencia entre lo sustancial y lo aparente. Las letras (y los números subyacentes) acaban sufriendo una metamorfosis que las transforma en imágenes, que unas veces refutan lo escrito y otras funcionan como una revelación.

Otro tanto sucede con la reconversión gráfica de los patrones cromáticos en una imagen digital, a partir de la cual se genera una nueva forma de escritura, semánticamente imprevisible y visualmente sugestiva.  En tal sentido, las “formas que producen los colores al agruparse” develan una caligrafía ininteligible; acaso la clave de un misterio no develado. De ese antagonismo premeditado de la letra y el icono es que surge el sentido de la propuesta de Soffer, quien se ubica en la intersección de varios horizontes, lugar de cruce entre biografía e historia, palabra e imagen, lectura y visión.

domingo, 2 de diciembre de 2018

El Anexo in Pinta 2018. Venezuela: Art and Context


El Anexo in Pinta 2018
Venezuela: Art and Context

El Anexo / Arte Contemporáneo, present for the fourth time in PINTA, and maintaining a contextual perspective, offers a selection of Venezuelan artists whose works addresses different aspects of the country's reality, from photography, video and artist's books. In each case, there is a particular articulation of means, languages ​​and ideas based on a critical look at the current socio-political environment of the nation.

The crisis that the nation suffers has demolished all institutions and has affected every aspect of civic life, destroying lives, jobs, resources, human rights, transmuting subjectivities by the imposition of a general suffering and a collective indignation. That is the context which each artistic propositions this time we present dialogue with; all of them conscious and rooted in the triple horizon of the artistic, the personal and the contingent dimensions.


Juan Toro (Caracas, 1969) takes up again pictures of the shields raised by the protesters during the civic fight against the violent government repression during 2017, a theme that he had work on a previous photographic series. Now, after the elapsed time, those images seem to vanish in an unpunished inertia. Of those days only remains the flabby, almost faded picture of the emulsion, literally torn from its support, like a memory without anchoring, detached from the flow of events.

Muu Blanco (Caracas, 1966) in his intervened bills, photographs and artist's books, proposes a fabric where the reminiscences of a truncated modernity are juxtaposed with the signs of a failed present; an iconographic mix where everything leads to disaster: oil, power, money.


Domingo de Lucía (Italy, 1950) in the work From the series social entropy, he glimpses a critical analogy between the behavior of color and the political experience in present-day Venezuela. The red that dyes the flag decomposes and mutates through the action of bacteria, making visible its material and symbolic fragility.

Carolina Muñoz (Judibana, Falcón state, Venezuela, 1966), meanwhile, rides between two planes of the same avatar, between the affirmative adventures of subjectivity and the loss or restriction of some vital inputs. In the book of artist Mío, the ego shakes itself off the doctrinal mantle that suffocates it. In the photographic series Naturalezas muertas the lack of food supplies becomes the "best" offer of an unproductive economy, whose final sequel are empty cases, a cosmetic gastronomy and an imposed anorexia.

Everything the subject feels and suffers is projected on the body and passes through it. The body is ductile; it is the vehicle and the destination of any meaning, individual or collective. Several artists of this selection operate from the intersection of body, life and Art, using video as a medium.


Max Provenzano (Caracas, Venezuela, 1986) deals with different states of the body in its interaction with the territory, both native and foreign. In the proposal Inflation, its own breathing and the constellation cartography come together; the air is here the way of escape and return, to and from itself. In the work Ostracismo, the subject allows a specimen of another geography to roam through his own body, supporting quietly the ignominy. The skin of the artist is now the floor of another creature.
Teresa Mulet (Caracas, Venezuela, 1970) reproduces the accounting arithmetic of violence in Venezuela in the videos Cada-ver-es and Ejercicio Contable. One by one the bodies fall, while the death toll increases. Counting is a palliative rite in the absence of official data and statistics.

A sicarial sentence is the starting point of the video action of Juan José Olavarría (Valencia, Venezuela, 1969). Your life is not worth a fucking shit (and you know it), a proposal that alludes to the acts of violence on the Venezuelan border. There are few options for such a warning: succumb to the demands of criminal groups or resign themselves to reprisals.

In summary, the commented proposals explore a panorama of uncertainties, fades, mutilations, transhumances and disfigured symbols. Faced with this, Art cannot do anything but obliquely register the fragments of an entropic reality, waiting for its material and sensitive reconstruction.

El Anexo en Pinta 2018
Venezuela: Arte y Contexto  

Por cuarta vez en PINTA y manteniendo una óptica contextual, El Anexo/ Arte Contemporáneo presenta una selección de artistas venezolanos, cuyo trabajo aborda distintos aspectos de la realidad del país, a partir de la fotografía, el video y el libro de artista. En cada caso, hay una articulación de medios, lenguajes e ideas en función de una mirada crítica al entorno socio político de la nación.

La crisis que padece la nación ha demolido todas las instituciones y ha afectado cada aspecto de la vida ciudadana, destruyendo vidas, empleos, recursos, derechos humanos, transmutando las subjetividades por la imposición del sufrimiento general y la indignación colectiva. Ese es el contexto con el cual dialogan las proposiciones artísticas que en esta ocasión presentamos, todas conscientes y afincadas en el triple horizonte de lo artístico, lo personal y lo contingente.

Juan Toro
(Caracas, 1969) retoma las imágenes de los escudos enarbolados por los manifestantes durante las protestas cívicas contra la violenta represión gubernamental de 2017, un tema ya trabajado en una serie fotográfica anterior y que ahora, transcurrido el tiempo, tales imágenes parecen desvanecerse en una inercia impune. De aquellas jornadas sólo queda la imagen flácida, casi desteñida, de la emulsion, literalmente arrancada de su soporte, cual memoria sin anclaje, desprendida del flujo de los hechos.

Muu Blanco
(Caracas, Venezuela, 1966) en sus billetes intervenidos, fotografías y libros de artista, propone un tejido donde se yuxtaponen las reminiscencias de una modernidad trunca y los signos de un presente también fallido; un mix iconográfico donde todo conduce al desastre: petróleo, poder, dinero.

Domingo De Lucía (Italia,1950) en la obra De la serie entropía social vislumbra una analogía crítica entre el comportamiento del color y la experiencia politica en la Venezuela actual. El rojo que tiñe la bandera se descompone y muta por la acción bacterias, haciendo visible su fragilidad material y simbólica.
Carolina Muñoz (Judibana, estado Falcón, Venezuela, 1966), por su parte, cabalga entre dos planos de un mismo avatar, entre las peripecias afirmativas de la subjetividad y la pérdida o restricción de algunos insumos vitales. En el libro de artista Mío, el yo se sacude del manto doctrinal que lo asfixia. En las fotografías de la serie Naturalezas muertas la carencia de insumos alimentarios se convierte en la "mejor" oferta de una economía improductiva, cuya secuela final son estuches vacíos, gastronomía cosmética y anorexia impuesta.

Todo lo que el sujeto siente y padece, se proyecta en el cuerpo y lo atraviesa. El cuerpo es dúctil, siendo el vehículo y el destino de cualquier significado, individual o colectivo. Varios artistas de esta selección operan desde la intersección del cuerpo, la vida y el arte, utilizando el video como medio.

Max Provenzano
(Caracas, Venezuela, 1986) aborda distintos estados del cuerpo en su interacción con el territorio, tanto el oriundo como el foráneo. En la propuesta Inflación se juntan la respiración propia y la cartografía constelar; el aire es aquí la vía de escape y retorno, desde y hacia sí mismo. En el trabajo Ostracismo el sujeto se deja recorrer por un espécimen de otra geografía, soportando la ignominia pacíficamente. La piel del artista es ahora el suelo de otra criatura.

Teresa Mulet
(Caracas, Venezuela, 1970), en los vídeos Cada-ver-es y Ejercicio contable reproduce la aritmética de la violencia en Venezuela. Uno a uno caen los cuerpos, mientras se incrementa la cifra de muertos. Contar es un rito paliativo ante la ausencia de datos y estadísticas oficiales. 

Una sentencia sicarial es el punto de partida de la vídeo acción de Juan José Olavarría (Valencia, Venezuela, 1969) Tu vida no vale una puta mierda (y lo sabes), propuesta que alude a los hechos de violencia en la frontera colombo venezolana. Son pocas las opciones ante semejante advertencia: sucumbir a los reclamos de los grupos criminales o resignarse a las represalias.

En síntesis, las propuestas comentadas exploran un panorama de incertidumbres, desvanecimientos, mutilaciones, transhumancias y símbolos desfigurados. Frente a esto, el arte no puede hacer otra cosa que registrar oblicuamente los fragmentos de una realidad entrópica, a la espera de su reconstrucción material y sensible.