El Anexo in Pinta 2018
Venezuela: Art and Context
El Anexo / Arte
Contemporáneo, present for the fourth time in PINTA, and maintaining a
contextual perspective, offers a selection of Venezuelan artists whose works
addresses different aspects of the country's reality, from photography, video
and artist's books. In each case, there is a particular articulation of means,
languages and ideas based on a critical look at the current socio-political
environment of the nation.
The crisis that
the nation suffers has demolished all institutions and has affected every
aspect of civic life, destroying lives, jobs, resources, human rights,
transmuting subjectivities by the imposition of a general suffering and a
collective indignation. That is the context which each artistic propositions
this time we present dialogue with; all of them conscious and rooted in the
triple horizon of the artistic, the personal and the contingent dimensions.
Juan Toro
(Caracas, 1969) takes up again pictures of the shields raised by the protesters
during the civic fight against the violent government repression during 2017, a
theme that he had work on a previous photographic series. Now, after the
elapsed time, those images seem to vanish in an unpunished inertia. Of those
days only remains the flabby, almost faded picture of the emulsion, literally
torn from its support, like a memory without anchoring, detached from the flow
of events.
Muu Blanco
(Caracas, 1966) in his intervened bills, photographs and artist's books,
proposes a fabric where the reminiscences of a truncated modernity are
juxtaposed with the signs of a failed present; an iconographic mix where
everything leads to disaster: oil, power, money.
Domingo de Lucía
(Italy, 1950) in the work From the series social entropy, he glimpses a critical analogy
between the behavior of color and the political experience in present-day
Venezuela. The red that dyes the flag decomposes and mutates through the action
of bacteria, making visible its material and symbolic fragility.
Carolina Muñoz
(Judibana, Falcón state, Venezuela, 1966), meanwhile, rides between two planes
of the same avatar, between the affirmative adventures of subjectivity and the
loss or restriction of some vital inputs. In the book of artist Mío, the ego shakes itself off the
doctrinal mantle that suffocates it. In the photographic series Naturalezas muertas the lack of food
supplies becomes the "best" offer of an unproductive economy, whose
final sequel are empty cases, a cosmetic gastronomy and an imposed anorexia.
Everything the
subject feels and suffers is projected on the body and passes through it. The
body is ductile; it is the vehicle and the destination of any meaning,
individual or collective. Several artists of this selection operate from the intersection
of body, life and Art, using video as a medium.
Max Provenzano
(Caracas, Venezuela, 1986) deals with different states of the body in its
interaction with the territory, both native and foreign. In the proposal Inflation, its own breathing and the constellation
cartography come together; the air is here the way of escape and return, to and
from itself. In the work Ostracismo,
the subject allows a specimen of another geography to roam through his own body,
supporting quietly the ignominy. The skin of the artist is now the floor of
another creature.
Teresa Mulet
(Caracas, Venezuela, 1970) reproduces the accounting arithmetic of violence in
Venezuela in the videos Cada-ver-es
and Ejercicio Contable. One by one
the bodies fall, while the death toll increases. Counting is a palliative rite
in the absence of official data and statistics.
A sicarial
sentence is the starting point of the video action of Juan José Olavarría (Valencia, Venezuela, 1969). Your life is not worth a fucking shit (and
you know it), a proposal that alludes to the acts of violence on the
Venezuelan border. There are few options for such a warning: succumb to the
demands of criminal groups or resign themselves to reprisals.
In summary, the
commented proposals explore a panorama of uncertainties, fades, mutilations,
transhumances and disfigured symbols. Faced with this, Art cannot do anything but
obliquely register the fragments of an entropic reality, waiting for its
material and sensitive reconstruction.
El Anexo en Pinta 2018
Venezuela:
Arte y Contexto
Por cuarta vez en PINTA y manteniendo
una óptica contextual, El Anexo/ Arte Contemporáneo presenta una selección de
artistas venezolanos, cuyo trabajo aborda distintos aspectos de la realidad del
país, a partir de la fotografía, el video y el libro de artista. En cada caso,
hay una articulación de medios, lenguajes e ideas en función de una mirada
crítica al entorno socio político de la nación.
La
crisis que padece la nación ha demolido todas las instituciones y ha afectado
cada aspecto de la vida ciudadana, destruyendo vidas, empleos, recursos,
derechos humanos, transmutando las subjetividades por la imposición del
sufrimiento general y la indignación colectiva. Ese es el contexto con el cual
dialogan las proposiciones artísticas que en esta ocasión presentamos, todas conscientes
y afincadas en el triple horizonte de lo artístico, lo personal y lo
contingente.
Juan Toro (Caracas, 1969) retoma las imágenes de los escudos enarbolados por los manifestantes
durante las protestas cívicas contra la violenta represión gubernamental de
2017, un tema ya trabajado en una serie fotográfica anterior y que ahora,
transcurrido el tiempo, tales imágenes parecen desvanecerse en una inercia
impune. De aquellas jornadas sólo queda la imagen flácida, casi desteñida, de
la emulsion, literalmente arrancada de su soporte, cual memoria sin anclaje,
desprendida del flujo de los hechos.
Muu Blanco (Caracas,
Venezuela, 1966) en sus
billetes intervenidos, fotografías y libros de artista, propone un tejido donde
se yuxtaponen las reminiscencias de una modernidad trunca y los signos de un
presente también fallido; un mix
iconográfico donde todo conduce al desastre: petróleo, poder, dinero.
Domingo De Lucía (Italia,1950) en la obra De la serie entropía social vislumbra una analogía crítica
entre el comportamiento del color y la experiencia politica en la Venezuela
actual. El rojo que tiñe la bandera se descompone y muta por la acción
bacterias, haciendo visible su fragilidad material y simbólica.
Carolina Muñoz (Judibana, estado
Falcón, Venezuela, 1966), por su parte, cabalga entre dos planos de un mismo avatar, entre las
peripecias afirmativas de la subjetividad y la pérdida o restricción de algunos
insumos vitales. En el libro de artista Mío,
el yo se sacude del manto doctrinal que lo asfixia. En las fotografías de la
serie Naturalezas muertas la carencia
de insumos alimentarios se convierte en la "mejor" oferta de una
economía improductiva, cuya secuela final son estuches vacíos, gastronomía
cosmética y anorexia impuesta.
Todo lo que el sujeto siente y padece, se proyecta
en el cuerpo y lo atraviesa. El cuerpo es dúctil, siendo el vehículo y el
destino de cualquier significado, individual o colectivo. Varios artistas de
esta selección operan desde la intersección del cuerpo, la vida y el arte,
utilizando el video como medio.
Max Provenzano (Caracas, Venezuela,
1986) aborda
distintos estados del cuerpo en su interacción con el territorio, tanto el
oriundo como el foráneo. En la propuesta Inflación
se juntan la respiración propia y la cartografía constelar; el aire es
aquí la vía de escape y retorno, desde y hacia sí mismo. En el trabajo Ostracismo el sujeto se deja recorrer
por un espécimen de otra geografía, soportando la ignominia pacíficamente. La
piel del artista es ahora el suelo de otra criatura.
Teresa Mulet (Caracas, Venezuela, 1970), en los vídeos Cada-ver-es y Ejercicio contable reproduce la aritmética de la violencia en
Venezuela. Uno a uno caen los cuerpos, mientras se incrementa la cifra de
muertos. Contar es un rito paliativo ante la ausencia de datos y estadísticas
oficiales.
Una sentencia sicarial es el punto de partida
de la vídeo acción de Juan José Olavarría (Valencia, Venezuela, 1969) Tu vida no vale una puta mierda (y lo sabes),
propuesta que alude a los hechos de violencia en la frontera colombo
venezolana. Son pocas las opciones ante semejante advertencia: sucumbir a los
reclamos de los grupos criminales o resignarse a las represalias.
En síntesis, las propuestas comentadas exploran
un panorama de incertidumbres, desvanecimientos, mutilaciones, transhumancias y
símbolos desfigurados. Frente a esto, el arte no puede hacer otra cosa que
registrar oblicuamente los fragmentos de una realidad entrópica, a la espera de
su reconstrucción material y sensible.