Editorial IV. Muestra de videos
Antes
que nada, la noción de paisaje es un código que remite, no a una extensión
mensurable como se podría suponer, sino a una idea gravitacional desde la cual
se proyectan las expectativas del observador. Así, todo paisaje es una
construcción, un lugar que se sitúa más allá de cualquier latitud física porque
se manifiesta como representación. Cada cultura, cada nación, inventa su propio
paisaje, ese que mejor le satisface y fraterniza con sus afectos y anhelos.



En un loop de 36 minutos, las
distintas propuestas que integran Editorial
IV, se definen de cara a un horizonte impreciso que se mueve caprichosamente
entre lo pintoresco y lo dramático. Por un lado, la omniprescencia del legado
colombino en Narciso se contrapone a la vertiginosa “inmovilidad” de la
tradición paisajística local en Candeo. Por otro lado, el carro quemado de Lee,
los vagones aéreos de Castro y los autos estacionados en la playa de Montiel
Soto, refieren la idea del desplazamiento técnico, del avance hacia ningún
lugar. Porque allí el paisaje es un “telón de fondo”, a espaldas del acontecer
humano, como si el sujeto y el lugar marcharan en direcciones opuestas.
Las obras comentadas, cada
una a su modo, refieren distintas formas de habitar el territorio, que también
son formas de depredación, tanto física como simbólica. Es el pais vuelto
paisaje, sumergido en una deriva irreverente y exótica, donde todo adquiere un
matiz tropical. En vez de gritar “Tierra a la vistaaaa!!!” como los marinos de
antaño, el nativo de esta “tierra de gracia” se desgañita diciendo “Paaaatooo,
Pato, Pato!!!”.